Sabia lección frente a un plato de aceitunas.
2 de Dic de 2016
Hace unos días, en un cumpleaños de la clase, mi hijo Leo, se acercó al plato de las aceitunas con un tenedor de plástico. Un tenedor de esos que se rompe cuando tratas de pinchar algo más duro que una patata frita. Me hizo mucha gracia verlo tratando de pinchar una aceituna con hueso con el brazo todo estirado y su cabeza asomando por encima de la mesa. Tras intentarlo varias veces sin éxito se me ocurrió ayudarle diciendo: ¿Porqué no la coges con la mano? Así no lo vas a conseguir nunca… Los que me conocen bien, saben que soy muy pragmático, que me gusta resolver las situaciones siguiendo la “ley del mínimo esfuerzo”, pero en esta ocasión aprendí que mi forma de hacer las cosas no es la única y por supuesto, no es la mejor. Leo me miró con cara de no entender lo que le estaba diciendo, y acto seguido, sin decir nada, lo intento de nuevo un par de veces más consiguiendo por fin, hincarle el tenedor a la aceituna. Sin pararse un segundo se la metió en la boca y se marchó corriendo a jugar.
En aquel momento me sentí como un auténtico capullo.
Poco a poco me voy acostumbrando a que mis hijos me den lecciones sin darse cuenta y en esta ocasión, mi hijo Leo consiguió que decidiera tatuarme en la frente la siguiente frase que espero no olvidar nunca más:
“Cuando alguien te diga que algo no se puede hacer, recuerda que está hablando de sus limitaciones, no de las tuyas”
Genial. Los niños siempre investigando, probando… Y los mayores con nuestras orejeras de serie como buenos caballos amaestrados.
Así es Elena! Se aprende un montón de ellos.
¡Gracias por pasarte por aquí!