Hablando de la fragilidad de la vida

Francotiradores o policías de balcón
PADRE PRIMERIZO

PADRE PRIMERIZO

Alter ego de Rafa Esteve

(Villajoyosa, 1976) es ingeniero técnico en diseño industrial, empresario y consultor. Intenta compatibilizar su implicación activa en la formación y desarrollo de los hijos y la familia con el cultivo de las amistades y de sus otras grandes aficiones: dibujar, los cómics, el cine, la música, el rugby y la montaña. 

Hablando de la fragilidad de la vida

Policías de balcón y francotiradores

La vida en la Tierra es una casualidad. Más bien, un cúmulo de casualidades. Me explico: vivimos en un planeta cuya distancia a su estrella, el Sol, es justo la necesaria para no morir abrasados por las brutales erupciones solares ni congelados por las bajas temperaturas del espacio exterior. Estamos en un momento de la historia de la Tierra en el que las condiciones para la vida son perfectas, disfrutamos de una atmósfera que nos protege de las radiaciones solares y una fuerza de la gravedad que nos mantiene pegados al suelo, evitando, además, que las moléculas necesarias para la vida se escapen al espacio. En realidad, nuestra situación es tan frágil, que una simple desviación en el ángulo de rotación del eje de la Tierra ocasiona los grandes cambios de temperatura entre las estaciones del año…

Fruto de esta casualidad surgió la vida en la Tierra: los organismos unicelulares, las plantas, los dinosaurios, los animales y, en los últimos segundos de la historia de nuestro planeta, el ser humano. Conviene no olvidar que nunca hemos sido los propietarios de este planeta; que mucho antes que nosotros, y durante muchísimo tiempo, han habitado otras especies de animales y plantas sin necesitar ni siquiera plantearse la existencia de la raza humana.

Los primeros habitantes de nuestra especie morían devorados por otros depredadores, por hambrunas, sequías y, por supuesto, enfermedades de todo tipo. Con el paso del tiempo y la evolución del ser humano, hemos conseguido plantarle cara a los animales depredadores y, en gran medida, al resto de factores que amenazan la continuidad de nuestra especie. Pero no por ello hemos conseguido volvernos invencibles. Por desgracia, el ser humano se ha convertido en el único animal capaz de matar a otro individuo de su misma especie sin que el motivo sea la defensa propia o alimentarse de su víctima. La ciencia trabaja día y noche para combatir las enfermedades, pero estas, junto a las hambrunas, las desigualdades sociales, los fanatismos o la violencia de género, entre otros múltiples factores, siguen siendo depredadores de nuestra especie, por mucho que nos enfrentemos a ellos.

Muerte hasta en la sopa

Parece que no nos tomamos nada en serio hasta que la palabra ‘muerte’ se cruza en nuestro camino. También es verdad que no nos gusta oír hablar de ella, y mucho menos de la muerte de alguien cercano o conocido. Y justo esto es lo que nos sucedió durante la pandemia.

Tras confirmarse los primeros casos de muerte por coronavirus en España, la aparición de estadísticas y gráficas de fallecimientos ocasionados por el covid-19 pasaron a convertirse en un plato habitual en nuestro menú del día; por lo demás, estadísticas realizadas a corre prisa y gráficas sin un objetivo informativo definido, en la mayoría de ocasiones. Esta situación nos afectó a todos, a cada cual de una manera según su situación familiar, económica, su nivel de estudios o simplemente su forma de enfrentarse a los problemas.

La muerte en las noticias

¿Sabías que en España se producen una media de 30 000 muertes al mes? Sí, sí. Sin que haya pandemia ni ocurra nada fuera de lo normal. Esto supone una media de 360 000 muertes al año, y aunque no lo parezca, todas ellas forman parte de lo esperado, de lo normal. ¿Te imaginas que estas cifras aparecieran a diario en los noticiarios o en las redes sociales?: «La cifra de defunciones para hoy en España asciende a 3 247 fallecidos, de los cuales, un 27 % ha sido debido a infartos, un 33 % por tumores de diversa índole, 21 % por enfermedades respiratorias, 7 % por accidentes de tráfico, 5 % por ahogamientos y accidentes del hogar, 4 % de suicidios y el porcentaje restante por causas naturales…». Covid 19

 

Elige tu rol

En la mayoría de películas postapocalípticas (sí, disculpad que vuelva a hablar de ellas) la trama real se centra en la relación entre las personas y en cómo reaccionan ante la nueva situación que se les plantea. Es decir, los zombies, las pandemias o los daños climáticos irreversibles son solo el entorno en el que sucede la historia. Por decirlo de alguna manera, son las reglas del juego. El meollo de la película estriba en cómo se las ingenia el ser humano para sobrevivir con las nuevas premisas planteadas. Y, en la mayoría de ellas se repite el patrón del ser humano convirtiéndose en el peor enemigo de sí mismo.

Francotiradores o policías de balcón

 

Pues bien, esto también ha sucedido durante nuestra pandemia. Si analizamos el comportamiento de nuestros grupos de WhatsApp podríamos trazar paralelismos con personajes de la serie The Walking Dead, por ejemplo.

Tipos de personas según el rol que adoptan durante las crisis:

  • Los moralistas de postureo: Estas son las personas que toman las riendas de cualquier conversación controvertida, dejando claro que su opinión es la correcta y la única que defiende el bien de la mayoría. Suelen dictar sentencia con grandes parrafadas moralistas que terminan por expulsar a la mayor parte de interlocutores, dejando solo a los más exaltados y agresivos en la conversación.
  • Los necesarios: Estas personas llevan a cabo un trabajo imprescindible para la comunidad: médicos, policías, cocineros, conductores de ambulancia, bomberos, reponedores de supermercados, etc. Además de llevar a cabo su trabajo con total dedicación, se abstienen de dar su opinión con el fin de evitar malos rollos y posibles conflictos. Solo la exponen cuando se les pide expresamente o se les inflan las narices.
  • Los animadores: Son esas personas que, en lugar de quedarse al margen porque su trabajo no es imprescindible para la comunidad, buscan mil maneras de animar al resto y mantenerlos con una actitud positiva, proponiendo y organizando actividades que se puedan llevar a cabo sin saltarse las normas impuestas. Desde las miles de actividades que se nos planteó realizar en los balcones hasta las conferencias grupales por WhatsApp han sido idea de los animadores.
  • Los conformistas: Las personas conformistas son las que aceptan la situación tal y como viene, acatan las normas establecidas y se acomodan a ello hasta verle el lado positivo. Son esas personas que el primer día de confinamiento ya habían redactado una lista con todas las cosas que siempre habían querido hacer y no habían podido por falta de tiempo. Para los conformistas, el confinamiento posiblemente haya sido lo más parecido a unas vacaciones.
  • Las víctimas: Este es uno de mis personajes favoritos para el análisis. Son esas personas que se pasan el día buscando culpables a los que cargarle el muerto de lo que sucede; cualquier noticia, buena o mala, debe tener alguien a quien poder reprocharle los resultados. Se centran en la queja antes que en la resolución propia del problema. Creo que todos sabemos a qué tipo de personas me refiero, ¿no?
  • Los delatores: Son esas personas que, ocultas desde sus balcones, o tras un seudónimo en las redes sociales, se han dedicado a delatar el mal comportamiento de sus conciudadanos ante la normativa establecida. Durante la pandemia, se les conoció como «policías de balcón», pero en casa les llamamos «francotiradores» desde el primer día.
  • Los temerosos. Son todas esas personas que sin estar dentro de un sector de riesgo  pasan el postconfinamiento en sus casas, encerrados a cal y canto, y evitando cualquier tipo de contacto social.
  • Los ignorantes. Aquí podríamos entrar casi todos. En este grupo estarían quienes se creen cualquier comentario expresado de cualquier forma en las redes sociales o medios de comunicación, sin preocuparse en comprobar las fuentes o la veracidad de lo que allí se cuenta.
  • Los egoístas. He conocido a pocos personalmente, pero soy consciente de su existencia. Son los que no les importa en absoluto todo lo que está sucediendo y se comportan sin mostrar un ápice de solidaridad con las personas que están sufriendo o a cargo de los que sufren.
  • Las hormiguitas. Estando atentas a lo que sucedía a su alrededor, han seguido mirando hacia adelante y sin dejarse apabullar por las malas noticias no han dejado de trabajar, reinventándose y luchando por mantener la estabilidad económica en sus hogares y buscando oportunidades donde los demás no han visto más que problemas y penurias.

 

Aquí os dejo el proceso de creación para el dibujo del «Poli de balcón»:

PADRE PRIMERIZO

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Alter ego de Rafa Esteve

(Villajoyosa, 1976) es ingeniero técnico en diseño industrial, empresario y consultor. Intenta compatibilizar su implicación activa en la formación y desarrollo de los hijos y la familia con el cultivo de las amistades y de sus otras grandes aficiones: dibujar, los cómics, el cine, la música, el rugby y la montaña. 

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